Antes de empezar, quiero preguntarte ¿Viste la microdosis que se convirtió en macrodosis? 😆
A manera de resumen, te cuento que hablé de los vínculos, el amor y esa misteriosa capacidad que tenemos de conectarnos con otros seres humanos. Y es que el vínculo se encuentra en todo tipo de relaciones (monógamas hasta poliamorosas, pasando por las relaciones abiertas)
Y aunque cada tipo de relación tiene sus peculiaridades, al final del día, lo que más buscamos es sentirnos conectados y amados. Pero, como todo en la vida, esto tiene un precio, ¿Te has preguntado cuál es el precio pagamos al entrar en este maravilloso (y a veces complicado) juego de los vínculos?
Cada vínculo que creamos en la vida tiene un precio. Ya sea una relación romántica, una amistad o incluso el lazo que mantenemos con nuestra familia, todos esos vínculos nos piden algo a cambio. Y no se trata del dinero, puede ser tiempo, energía emocional o nuestra capacidad de ser vulnerables. Nos abrimos a otra persona, compartimos una parte de nosotros mismos, y a cambio recibimos amor, apoyo o compañía. Sin embargo, en algunos casos, el precio parece más alto de lo que estamos dispuestos a pagar.
Uno de los precios más altos en los vínculos es la vulnerabilidad. Sí, esa palabra que a veces nos asusta y que nos hace sentir que estamos expuestos, pero que al mismo tiempo es clave para conectarnos de manera auténtica con los demás. Ser vulnerable no significa ser débil; significa tener la valentía de mostrar quién eres realmente, sin máscaras. Y eso es aterrador, ¿no? Pero sin esa vulnerabilidad, los vínculos se vuelven superficiales, como una relación donde siempre está presente una barrera invisible que nos impide llegar a lo profundo.
Con esta breve reflexión, quiero invitarte a ver la microdosis, estoy segura que hallarás un gran valor en la hora y diez minutos de esta macrodosis 💖
¡Disfrútala y te leo en los comentarios!